La idea de llevar la experiencia callejera al espacio cerrado de una sala expositiva parecería contradictoria a todas luces: ¿cómo reducir la propuesta sin llegar a un resultado deslavado?, ¿cómo transmitir la misma fuerza en el recinto pulcro del cubo blanco?, ¿cómo no perder la robusta provocación de sus discursos? Desde la primera visita al taller que ocupaban en Caño Amarillo, comprendí que este grupo lograba realmente establecer una fusión entre el arte y la existencia, asumiendo la creación como estilo de vida. Las pinturas que allí mostraban en la medida de su hacer, demostraban una potencia bruta de difícil confinamiento a un bastidor y marquito de galería. De ahí la decisión de musealizar la experiencia de ese ambiente en la exhibición, más que mostrar una exposición cuadro a cuadro. La puesta en espacio ha sido concebida desde esta perspectiva. He ahí el desafío para Los Silenciadores que ya comienzan a desprenderse del calor y fervor estudiantil y deben desarrollarse profesionalmente sin hacer concesiones en su permanente insurrección y sin perder el compromiso militante con el arte.
María Luz Cárdenas
Fotografías: Srtaicesis
LOS SILENCIADORES, OKSO, UNEARTE.
